Dahlia coccinea, caprichosa joya de la nación

Pamela López nos habla sobre la Dahlia coccinea, caprichosa joya de la nación una flor que forma parte del patrimonio natural y cultural mexicano, descrita por Nezahualcóyotl como una “joya especial”.

Es mágico descubrir que “Corazón de la tierra” es lo que nuestros ancestros usaban como descripción para las hoy llamadas flores; estas surgen como símbolos de amor o compasión, bienvenida, despedida, celebración e incluso perdón.

Hay “corazones de tierra” como ejes de la economía para algunos sitios como el excelentísimo Mercado de Jamaica en la CDMX. También los hay como acompañamientos en los platillos tradicionales de nuestra gastronomía, como la quesadilla con flor de calabaza (ayotli en Náhuatl) (Cucurbitáceas), y quizás también aparecen como sorpresas destellantes en una caminata al monte un sábado por la mañana cuando aún el rocío ha desplegado sus partículas volviéndose vapor, y pequeñas gotas escurren por los pétalos color coccinea, un color sobresaliente para las laderas intermedias al valle.

hlia imperialis sonriente en el sendero del Cerro Pelón de San Gabriel Azteca, Hidalgo México Dahlia imperialis smiling on the trail of Cerro Pelón of San Gabriel Azteca, Hidalgo Mexico
Fotografía / Photography: Pamela López

Estas flores son las guardianas del verano, van haciéndose lugar entre el pedregal y el sotobosque lleno de otras especies de hojas grandes. Ellas las acocoxóchitl también llamadas tallos huecos con agua (según Montemayor et.al) o dalias, fascinan hasta al más distraído paseante.

Las Dahlia coccinea son las flores que por decreto presidencial iniciada la década de los 60 ‘s del siglo anterior, aportan un estandarte a la larga lista de adeptos de nuestro patrimonio natural y cultural, no por nada es la flor nacional. El mismo Nezahualcóyotl la describió como una “joya especial”, vaya que le creo al rey-poeta.

La Dahlia coccinea es la flor nacional.

Se llama “dahlia” porque como historia de intercambios y correspondencias de finales del siglo XVIII, el director del Jardín Botánico de Madrid recibió semillas de esta especie provenientes del Jardín Botánico de México, las analizó y decidió nombrarlas como Andrés Dahl, el discìpulo de Linneo, sí, ese Linneo el de la nomenclatura binómica o la clasificación de flora y fauna con “nombre y apellido”.

Dalia Roja
Fotografía / Photography: Juan Carlos Fonseca Mata, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons

Andrés Dahl por su cuenta se llevó un regalo, el ponerle su apellido como nombre a la flor más cotizada por europeos, tan es así que se creó un movimiento en Inglaterra “The Annual Dahlia Register” dirigido por personas floricultoras y agrónomas para hacerla florecer, ya que las condiciones climáticas convertían esto en un reto, y por ende en una aspiración.

Personalidades querían adornar sus jardines naturalistas o clásicos con esta bella especie, la codiciaban en sus portales y en sus recorridos, pero ni Alexander Von Humboldt junto a Bonpland que interesados por estas flores maravillosas conocidas en su viajes por México, lograron germinar y atestiguar su “rosea-coccinea”. 


Y es que esta flor tiene un capricho secreto, iniciando porque en efecto es nativa de México, fuente más importante de su germoplasma con 35/38 de sus especies completamente mexicanas, a pesar de los esfuerzos europeos, aquí nos percatamos de su gran capricho: nunca dejar de ser de aquí. Esto tiene una explicación científica por supuesto. Resulta que todo tiene que ver con la altimetría, el suelo y el “camote” de la planta.

El primer “capricho” alude a la preferencia de las dalias de estar siempre cerca de la cota 2000 msnm y evitar pasar los 2500 msnm. El segundo tiene a la Reserva de la Biósfera Sierra Gorda de Querétaro como acompañamiento; es ejemplo de los gustos de esta flor por su diversidad de suelos, van desde litosoles (suelos ricos en materia orgánica), luvisoles (suelos ácidos) y rendzinas (suelos arcillosos), esto favorece al crecimiento y floración de nuestras dalias. Por último, su raíz tuberosa es sensible y puede caer en el ataque de una colonia de hongos si el agua es abundante. 

El “corazón de la tierra” nacional es venerada por nosotros y por extraños asombrados. Es un tesoro que propongo deberíamos ver más en nuestros espacios públicos.

El “corazón de la tierra” nacional es venerada por nosotros y por extraños asombrados. Es un tesoro que propongo deberíamos ver más en nuestros espacios públicos, jardines de escuelas, museos, calles locales o la jardinera afuera de la casa o edificio. Si en sus caprichos estuviera que la viéramos u oliéramos todos los días, tal vez no sería solo por decreto el amor que le brindamos.