De Mérida a Lyon: Un viaje a través de la vitalidad urbana
Conoce las lecciones urbanas de México y Francia con Andrea Conde en “De Mérida a Lyon: Un viaje a través de la vitalidad urbana”.
En enero del 2023 tuve la oportunidad de experimentar un semestre como estudiante de arquitectura en Lyon, Francia, y me pareció interesante documentar mediante la observación, experiencia y teoría, cuáles son aquellas diferencias y similitudes urbanas entre una ciudad europea y mi ciudad de origen Mérida, ubicada en México, siendo ambas de mediana escala. Esto con el objetivo de comprender y analizar el funcionamiento de ambas.
Para este análisis me basé en los puntos para evaluar la vitalidad urbana que aparecen en el libro “La muerte y la vida de las grandes ciudades de América” escrito en 1961 por Jane Jacobs, quien fue una gran teórica del urbanismo y activista sociopolítica canadiense, la cual luchó por hacerle ver al mundo y en especial a los planificadores y desarrolladores urbanísticos en Nueva York en los años 50, que estaban deshumanizando la ciudad, y no se tomaban en cuenta las necesidades de los ciudadanos en los nuevos proyectos.
La ciudad de Mérida posee alrededor de 900,000 habitantes y Lyon 500,000. Ambas son ciudades con gran porcentaje de población universitaria ubicadas en el sur de sus respectivos países. Es común que muchos jóvenes emigren a éstas en busca de una mejor oportunidad de estudios y oferta laboral.
El primer punto por analizar es la concentración, que hace referencia a la densidad de edificios, residencias, y principalmente población. Jacobs argumenta que la concentración de personas es fundamental para crear ciudades seguras, vibrantes y resilientes.
Las colonias y viviendas en Mérida y Lyon son diferentes debido a la influencia cultural en la manera de habitar el espacio. En Mérida, predomina la construcción horizontal, con viviendas unifamiliares de uno o dos pisos. Esta ciudad tiende a expandirse horizontalmente y depende en gran medida del automóvil. Como resultado, los espacios públicos están dispersos, lo que dificulta que las personas los frecuenten y disfruten de ellos regularmente.
En Lyon predominan los edificios verticales, siendo más común vivir en apartamentos. La ciudad es muy compacta y rara vez presenta vacíos urbanos. Se encuentran diversos espacios públicos cerca de las zonas residenciales, lo que fomenta una gran cultura peatonal y por consiguiente mayor interacción social.
El siguiente punto es la diversidad de lugares que permitan realizar múltiples actividades, como comprar, trabajar y pasear, para así contar con distintos tipos de usuario en una misma zona. Esto asegura que las calles estén ocupadas durante la mayor parte del día con diferentes propósitos, lo que aumenta la cantidad de personas presentes y contribuye a la vigilancia natural, manteniendo las calles seguras en todo momento.
En Mérida, la diversidad en las calles presenta un gran contraste, especialmente entre las zonas norte y sur. Mientras que las colonias del centro y norte cuentan con mayor accesibilidad a servicios, espacios públicos y convivencia comunitaria, esta no es la realidad para todos los habitantes. En los últimos años, la ciudad ha crecido exponencialmente, y los nuevos fraccionamientos o privadas no siempre están planificados y diseñados correctamente. Además, la mayoría de estos desarrollos están dirigidos a un tipo específico de personas, lo que impide la existencia de una verdadera diversidad de usuarios.
Por otra parte, la mayoría de los barrios en Lyon o bien “arrondisements” por su nombre en francés, mantienen una buena cantidad de diferentes tipos de servicios para abastecer cada zona, mezclando establecimientos locales con franquicias y, en algunos casos, mercados temporales, lo que genera que los residentes puedan ir caminando fácilmente a lavar la ropa, hacer las compras, usar el transporte público, llevar a los hijos al parque, ir a tomar una copa con amigos o comer, entre otros; esto da lugar a una vida más activa y enriquecedora, dando como resultado el reconocimiento entre las personas generando un ambiente de confianza y de pertenencia al lugar.
Otro punto importante a tratar es la necesidad de edificios con distintas características. Con esto, la autora se refiere a que en un mismo barrio o colonia puedan convivir edificios antiguos y modernos. Esto es necesario para que puedan vivir personas de diferentes poderes adquisitivos. Como dice Jane Jacobs (1961) “si un área urbana sólo tiene edificios nuevos, automáticamente sólo pueden prosperar en ella las empresas capaces de hacer frente a los altos costes de las nuevas construcciones”.
En ciertas zonas del centro de Mérida o en colonias como la Alemán, Campestre o México, encontramos una mezcla tanto de grandes empresas y franquicias, así como pequeños establecimientos o negocios en casas antiguas tales como lavanderías, cafeterías y galerías, lo que genera este diálogo sano entre edificios. Sin embargo, es un hecho que la gentrificación es una de las preocupaciones más actuales en la ciudad, esto es el proceso en el cual áreas urbanas de bajos ingresos son transformadas por la llegada de personas con mayores recursos económicos, desplazando a los residentes originales debido al aumento de los precios en la zona.
En los barrios de Lyon observamos tanto edificios residenciales como comerciales, desde pequeñas tiendas de abarrotes, hasta cafés, bares locales y “boulangeries”, que son las famosas panaderías. Esto genera nuevamente una diversidad de personas, y por lo tanto los costos de vida se mantienen equilibrados en comparación si hubiera edificios de un solo uso.
El punto siguiente se centra en la oportunidad de contacto social, que implica que la ciudad esté diseñada a una escala humana, con manzanas no demasiado grandes para facilitar la presencia de numerosas esquinas y la ubicación de diversos establecimientos.
Un claro ejemplo de esto en Mérida es Paseo de Montejo, siendo la avenida más importante de la ciudad, no solo por su valor histórico, sino porque da lugar a diferentes dinámicas de movimiento al servir como punto de reunión para encuentros recreativos, actividades culturales o protestas. Su diseño es único en la ciudad y fomenta la cultura peatonal con ayuda de sus amplias banquetas y gran arbolado.
Esta experiencia solo se presenta en algunas zonas, pues es una realidad que la ocupación territorial de áreas residenciales cerradas y con altos muros limitan la interacción social. A pesar de esto, creo que se han estado impulsando iniciativas que ayudan a mejorar progresivamente la experiencia peatonal en la ciudad, transformando la sección vial incluyendo arbolado y ampliando las banquetas de áreas concurridas o de las paradas de autobús, dando lugar paso a paso a una mayor interacción social y oportunidad de contacto.
La distribución de la ciudad de Lyon deja la mayoría de las esquinas libres de construcción, lo que permite aprovechar estos espacios para instalar servicios públicos como bancas, contenedores de basura y de reciclaje, pero lo que más resalta son las estaciones de bicicletas y su manera de operar, ya que por medio de una pantalla puedes pagar por su uso, regresando la bicicleta a la estación más cercana a tu destino. Esto crea puntos de reunión y conexiones entre barrios. Además, se integran distintos tipos de vegetación en estas esquinas, desde arbustos que separan al peatón de la calle hasta árboles que brindan sombra.
Como último punto se encuentra la accesibilidad, en específico al transporte público. La integración de diferentes tipos de transporte y la mejora de espacios públicos son esenciales para el desarrollo de ciudades inteligentes. Creo que un gran paso hacia la movilidad digna es diseñar los espacios en donde las personas esperan la llegada del transporte. En Mérida, los usuarios suelen pasar grandes lapsos de tiempo en paradas que no se adaptan a las altas temperaturas ni a la cantidad de personas que las usan día a día, sin embargo, se han hecho mejoras significativas, pues ahora existen mejores tipologías de autobuses, que además de ser eléctricos, poseen un diseño más accesible y cómodo para todos. También se han mejorado y equipado algunas de las paradas más utilizadas, y se han reducido los tiempos de espera gracias al monitoreo de los autobuses por medio de una app.
La integración de diferentes tipos de transporte y la mejora de espacios públicos son esenciales para el desarrollo de ciudades inteligentes.
Similar a Lyon, se han implementado de igual manera en Mérida algunas estaciones de bici donde con la ayuda del teléfono celular es posible rentarlas y transportarse por el tiempo deseado. Estas mejoras son de gran importancia, pero aún las personas están acostumbrándose a las nuevas formas de movilidad y será fundamental hacer las adaptaciones necesarias en la ciudad para que sea eficiente y práctico moverse en transporte público, fomentando que más usuarios se sumen a utilizarlo.
En Lyon el transporte público es usado por todo tipo de personas, lo más común es el metro y el tranvía, pero también existe el funicular, autobús, bicicleta y monopatín. Las opciones son muy variadas y es posible utilizar o combinar varios medios para llegar a un destino. Las paradas son bastante agradables y cuentan con información clara de los días de circulación del respectivo transporte.
De igual forma, en ambas ciudades, aunque más recientemente en Mérida, se implementan estrategias urbanas que priorizan al peatón. Estas incluyen la reducción de carriles para automóviles en áreas con alta actividad peatonal usando diferentes elementos urbanos como barandas metálicas, así como distintos tipos de pavimentos de reducción de velocidad. Además, en muchas zonas, los carriles para vehículos motorizados se utilizan solo en momentos específicos del día, cuando hay mayor afluencia vehicular, y se delimitan automáticamente a cierta hora con bolardos elevadizos.
En definitiva, e inevitablemente ambas ciudades poseen un grado de desarrollo que va de la mano con el avance de sus países. En Lyon vemos un sistema urbano de gran estructura, desarrollo, organización donde existe un interés continuo en mejorar constantemente la manera de habitar la ciudad en diferentes ámbitos. En Mérida, también vemos un interés actual en mejorar de manera progresiva el modo en que opera el entorno urbano.
Creo que siempre se debe tomar en cuenta la diferencia que existe entre nuestro paisaje e identidad cultural si se compara con países europeos. Es necesario diseñar y planear siendo conscientes de las necesidades de los habitantes de cada región y de lo que viven cotidianamente, sobre todo en cuánto a cuestiones climatológicas (En el caso de Mérida), pues nuestras necesidades van ligadas al contexto en el que nos encontramos. Es posible aprender grandes lecciones de urbanismo de países más avanzados, siempre y cuando nos adaptemos a la región a intervenir; es ahí donde se demuestra lo “smart” que puede ser un proyecto de renovación en una ciudad.
Es posible aprender grandes lecciones de urbanismo de países más avanzados, siempre y cuando nos adaptemos a la región a intervenir, es ahí donde se demuestra lo “smart” que puede ser un proyecto.
Desde mi punto de vista, los conceptos de Jane Jacobs pueden servir de guía para avanzar hacia las ciudades inteligentes, pues se enfocan en mejorar la calidad de vida de los habitantes primeramente al nivel de un barrio, y ya que las ciudades están conformadas por muchos de estos, sería posible comenzar a mejorar el entorno que nos rodea pensando desde el modo de habitar que se da en nuestro contexto inmediato, para que así sea posible vivir en ciudades con alto nivel de vitalidad urbana, y, por consiguiente, acercarnos más al concepto de “smart city”.