Paisaje a través de la fotografía; Reflexión desde una mirada contemplativa

Conoce con Ana Paula Álvarez el artículo Paisaje a través de la fotografía; Reflexión desde una mirada contemplativa, en donde platica sobre una forma de fotografiar el paisaje que va más allá de lo técnico: una mirada atenta, contemplativa y profundamente conectada con la luz, la sombra y el tiempo.

Lo que aquí se expone no pretende establecerse como norma, ni desmerecer otros estilos de fotografía que exploran otros caminos. Cada mirada tiene valor en la medida en que nace de una búsqueda sincera. Este texto surge desde una práctica personal: una forma de mirar, de vivir el paisaje, detenerse ante la luz, la sombra y el color, siendo influenciada por una sensibilidad más cercana a ciertas filosofías orientales.

No se trata únicamente de una elección estética, sino de buscar coherencia entre quien observa y lo observado. Estas reflexiones sobre la naturaleza no son verdades absolutas, sino una invitación a mirar desde otro ángulo y permitir que la imagen surja sin necesidad de ser forzada.

La naturaleza es un organismo vivo. Es dinámica y cambiante. Comprenderla requiere atención, tiempo y constancia. Volver al mismo lugar una y otra vez permite profundizar en los detalles, establecer vínculos y nutrir el proceso creativo.

Fotografía / Photography: Ana Paula Álvarez

Regresar no significa siempre al mismo sitio físico, sino a cualquier espacio donde se pueda seguir afinando el ojo, especialmente para anticipar las condiciones de luz, que pueden transformar por completo una imagen. Se trata de observar cómo cambian las superficies, volúmenes, colores y texturas a lo largo del día, y cómo la luz y la sombra interactúan con ese entorno.

La forma en la que habitamos y representamos un paisaje también habla de nuestra relación con él. Esta práctica invita a observar con mayor atención nuestro entorno cotidiano y a reconocer una conexión con sistemas aún más amplios como el cosmos.

Más allá de los parámetros técnicos (diafragma, velocidad, ISO, etc.), la fotografía de paisaje es, sobre todo, interpretación emocional. En la imagen se expresa y se filtra de forma inevitable nuestra experiencia, memoria y forma de entender el mundo. La imagen se vuelve una interpretación personal, casi un autorretrato de quien la toma. Desde mi punto de vista, esto es lo que realmente marca la diferencia. Y desde esta interpretación, la técnica nunca podrá ser considerada como el verdadero lenguaje.

Más allá de los parámetros técnicos, la fotografía de paisaje es, sobre todo, interpretación emocional.

Fotografía / Photography: Ana Paula Álvarez

La fotografía análoga suma a esto una dimensión manual y artesanal. El proceso más lento y limitado en cantidad de disparos genera una relación más consciente con el momento. El grano, las imperfecciones o lo impredecible del revelado aportan una textura que también comunica y se crea una armonía con las características orgánicas del revelado y del paisaje. Estos métodos invitan a trabajar con más calma y atención.

Comprender cómo la luz y el color cambian permite anticipar momentos clave. La luz del amanecer o el atardecer suele ofrecer tonos más cálidos y suaves y puede convertir lo ordinario en extraordinario, mientras que la del mediodía genera contrastes marcados y brillos con fuerza y dramatismo. Ambas opciones tienen su potencial expresivo, según la intención.

La sombra no es una ausencia, sino parte integral de la composición: da forma y profundidad. Su presencia ayuda a definir la luz. Del mismo modo, el color puede usarse no solo como elemento estético, sino como herramienta para representar fielmente una atmósfera. La fotografía de paisaje, entonces, puede entenderse como una práctica y filosofía de equilibrio para revelar la totalidad de una escena.

Fotografía / Photography: Ana Paula Álvarez

Hay preferencias que tienden a saturar los tonos y realzar el contraste y definición para lograr imágenes llamativas y artificialmente intensas, pero desde mi punto de vista, se pierde más de lo que se gana.

Las imprecisiones pueden ser más adecuadas que la nitidez excesiva y los colores sobresaturados, que muchas veces rompen la armonía del paisaje y lo alejan de su esencia. Desde una sensibilidad más cercana al pensamiento oriental, tiene sentido poner el enfoque en una documentación que no intenta sumarle o restarle para embellecer. Como escribe Tanizaki en El elogio de la sombra, “…nos hundimos con deleite en las tinieblas”, valorando lo opaco, lo imperfecto y lo indefinido como una forma más íntima y respetuosa de contemplar. Esta filosofía invita a apreciar la sombra no como ausencia de luz, sino como un espacio lleno de misterio.

La sombra, lejos de ser un defecto a corregir, se convierte en un valor a destacar; es ahí donde se encuentra gran parte de la poesía visual del paisaje. En lugar de eliminar las zonas oscuras para “mejorar” la imagen, se puede aprender a convivir con ellas, a dejar que hablen desde su profundidad.

Fotografía / Photography: Ana Paula Álvarez

También es importante considerar el contexto en el que se vincula el paisaje. No siempre es necesario eliminar elementos como la arquitectura o la presencia de personas. Estos componentes no necesariamente deben ser vistos como una interferencia; al contrario, pueden aportar información relevante, establecer relaciones visuales y ofrecer contrastes que enriquecen la narrativa.

Incluir elementos que naturalmente existen en la escena permite ubicar el paisaje dentro de una escala comprensible y puede aportar referencias espaciales o narrativas que faciliten su interpretación. En el caso de la arquitectura, por ejemplo, su presencia muestra cómo las personas habitan e intervienen en el territorio, proporcionando información visual indirecta sobre la transformación de un entorno. Funciona como una herramienta de observación que da cuenta de esa interacción, con una atención centrada en lo que está realmente ahí, ya sea en primer, segundo o tercer plano, sin necesidad de idealizar ni simplificar la escena. Esto permite representar el paisaje como un sistema activo en el que lo natural y lo construido coexisten. La naturaleza y la cultura no se oponen, sino que forman parte de una misma realidad.

Fotografía / Photography: Ana Paula Álvarez

Mi intención como fotógrafa es lograr trabajar con una documentación donde el paisaje deja de ser una postal para volverse experiencia, donde la imagen no se impone, sino que se revela. Fotografiar el paisaje puede ser una forma de practicar la atención y el respeto por aquello que está más allá de nosotros.

Consideraciones técnicas generales

El lente es más importante que el cuerpo de cámara: Un lente de calidad ofrece mejor nitidez, contraste y manejo del color. Más allá del cuerpo, una buena óptica permite mayor rango de exploración sin perder información, ya sea en formato análogo o digital.

Filtros polarizadores (recomendados: Urth): Ayudan a reducir reflejos no deseados en superficies como agua y hojas, saturar de forma natural los colores, y suavizar la atmósfera general de la imagen. Ideales para condiciones de luz intensa.

Diafragma (Apertura): Para paisajes se recomienda trabajar con aperturas de (f/8 a f/16), lo que permite mayor profundidad de campo y nitidez en toda la escena.

Fotografía / Photography: Ana Paula Álvarez

ISO bajo: Usar valores de ISO bajos (100–400) minimiza el ruido digital y permite conservar el rango dinámico de luces y sombras, sobre todo en condiciones muy iluminadas.

Disparo en RAW (digital): Para conservar toda la información posible de luces y sombras, permitiendo una edición posterior más precisa sin pérdida de calidad.

Uso de trípode: Fundamental para mantener precisión en encuadres en condiciones de poca luz. También ayuda a trabajar con mayor calma y atención.

Fotografía / Photography: Ana Paula Álvarez