Suelo y Paisaje: la piel de la tierra

Ivonne Walls en “Suelo y Paisaje: la piel de la tierra” habla sobre las características y la importancia del suelo.

El suelo es la porción más superficial de la corteza terrestre, constituida mayormente por residuos de roca provenientes de procesos erosivos y otras alteraciones físicas y químicas, así como de la acumulación y mezcla de materia orgánica y mineral, fruto de la actividad biológica que se ha desarrollado en la superficie durante milenios.

Este proceso da como resultado una disposición en capas bien diferenciadas, observables en los puntos de falla o fractura de la corteza terrestre. Es la porción más visible del planeta Tierra, es el lugar donde sembramos lo que vamos a cosechar, edificamos nuestras casas y enterramos a nuestros muertos. Se trata de una superficie sumamente variada y multiforme, sobre la cual se producen los fenómenos climáticos como la lluvia, el viento, etc.

Capas del suelo
Fotografía: alesia-kozik – Pexels

Es también el escenario de complejos procesos químicos y físicos, así como de un ecosistema subterráneo de pequeños animales y abundantes microorganismos, cuya presencia impacta directamente en la fertilidad del mismo y en su capacidad para crear condiciones para diversos usos. El suelo está compuesto por ingredientes que pueden ser: sólidos, líquidos y gaseos. Sus propiedades y características son muy variadas y dependen del tipo de superficie y de la historia particular de la región donde se encuentra. A grandes rasgos podemos identificar las siguientes: variabilidad, fertilidad, mutabilidad y, solidez y textura. Existen diversos tipos de suelo, cada uno fruto de procesos distintos de formación (sedimentación, degradación por agua y viento, cantidad de residuos orgánicos), y pueden clasificarse de acuerdo con los siguientes dos criterios: según su estructura: arenosos, calizos, humíferos, arcillosos, pedregosos y suelos mixtos. Según sus características físicas: litosoles, cambisoles, luvisoles, acrisoles, gleysoles, fluvisoles, rendzina y vertisoles.

Suelo
Fotografía: Jjeff-stapleton – Pexels

La totalidad de la superficie terrestre está cubierta por una delgada capa de suelo cuyo espesor varía entre unos pocos centímetros y dos o tres metros. Si bien esta capa puede parecer insignificante comparada con la masa del planeta, en esos pocos centímetros, los reinos vegetal y animal se encuentran con el mundo mineral y establecen con él una relación dinámica. Los vegetales obtienen del suelo el agua y los nutrientes esenciales mientras que los animales elaboran su propia materia a costa de los vegetales. Después, los residuos vegetales y animales regresan nuevamente al suelo, donde son descompuestos por la numerosa población microbiana que allí se encuentra. De tal forma que, la vida es esencial para el suelo y el suelo es esencial para la vida.

 

“La vida es esencial para el suelo y el suelo es esencial para la vida”

 

Topo
Fotografía: Pexels

 

Además, los suelos sanos son clave para el suministro de agua limpia. Los suelos capturan, almacenan y filtran el agua, lo que la hace segura para beber. Cuando tienen un alto contenido de materia orgánica también pueden almacenar grandes cantidades, lo que ayuda a los cultivos a sobrellevar la sequía y adaptarse a las precipitaciones extremas.
Así mismo, la conservación y mejoramiento de los suelos es fundamental por varias razones: Proveen alimentación (95% de los víveres del mundo dependen de ellos), fomentan la biodiversidad (los suelos albergan la cuarta parte de la biodiversidad de nuestro planeta, de hecho, hay más organismos vivos en una cubeta de tierra que personas en nuestro planeta), y reducen los gases de efecto invernadero, ayudando a combatir el cambio. Más de 500 antibióticos son derivados de microbios del suelo.

 

Suelo
Fotografía: Julia Barrantes – Pexels

Es evidente pues, que es indispensable conocer nuestros suelos y sus potencialidades en condiciones óptimas de utilización y que se debe también luchar por conservar su capacidad productiva y ambiental, evitando que las actuaciones humanas sobre ellos disminuyan esa capacidad o provoquen la pérdida de sus funciones.

Fotografía : María del Cielo Ríos Cabrera