Paisajismo: la mejor arma contra el cambio climático. 

Aprende con Ivonne Walls sobre Paisajismo: la mejor arma contra el cambio climático

El cambio climático global es el problema ambiental determinante de nuestro tiempo. Desde devastadores incendios forestales hasta tormentas torrenciales, mares crecientes y el deshielo de los polos del planeta, los efectos ya se están sintiendo y continuarán empeorando.

Las ciudades del mundo viven en constante evolución y cambio a partir del crecimiento demográfico, por lo que el paisaje urbano ha debido adaptarse no solo al desarrollo tecnológico, sino también a los procesos ambientales que demandan una solución al cambio climático que se produce principalmente por la acción humana al consumir combustibles fósiles, al gasto excesivo de energía eléctrica y al reemplazo de los suelos naturales por placas impermeables que afectan su naturaleza. Factores naturales debidos al constante proceso evolutivo del planeta, como el vulcanismo y la actividad tectónica, también contribuyen, aunque de menor manera, a los efectos negativos del cambio climático.

El paisajismo de hoy, requiere integrar la variable ambiental al componente estético, adaptando el diseño a las condiciones y cuidado de los recursos naturales. Los paisajes naturales representan dentro del ecosistema urbano, trozos de naturaleza que contribuyen al equilibrio del sistema ambiental local.

El objetivo de diseño sustentable es lograr un paisaje con bajo consumo energético, que preserve los recursos naturales y ponga en valor elementos y especies vegetales endémicas con bajos requerimientos de agua y fácil adaptación. El seguir ignorando estos factores puede desencadenar en la muerte de millones de personas por problemas de salud, hambruna, inundaciones, guerras, migraciones masivas, etc. Es importante recordar que el efecto del cambio climático en las poblaciones de vida silvestre también es evidente y sombría. Las pérdidas masivas de biodiversidad debido a los cambios de temperatura, a los nuevos patrones de lluvia y a los fenómenos meteorológicos extremos como los incendios forestales, junto con las actividades humanas que convierten los paisajes en plantaciones de monocultivos, suburbios o sitios industriales que emiten contaminantes en los ecosistemas naturales restantes, significa que innumerables especies migrarán y buscarán refugio en nuevos lugares o desaparecerán.

Es aquí donde la labor de los arquitectos paisajistas se vuelve trascendental, ya que se encuentran ante el gran desafío de mitigar y combatir sus efectos negativos librando una batalla colosal donde su mejor arma es, por un lado, el diseño de intervenciones que mejoren las condiciones actuales de los sitios, y por otro, el proyecto de espacios sostenibles y resistentes que no dejen de lado la funcionalidad y la estética. En términos generales, existen dos tipos de estrategias para mitigar y/o contrarrestar al cambio climático: las de mitigación y las de adaptación. Las medidas de mitigación van dirigidas a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, mientras que las de adaptación se centran en reducir la vulnerabilidad y riesgos generados por el cambio climático y, para el caso específico de la infraestructura urbana y edificios, buscan fortalecer la resiliencia de los edificios.

Evergreen Bricks Toronto
Fotografía: Valentina Lara

Se refieren principalmente a acciones en las edificaciones como la de promover el ahorro energético utilizando energías renovables, el manejo adecuado de residuos, la integración de vegetación en los proyectos (como techos, paredes y terrazas verdes), y la incorporación de elementos que faciliten el uso de transporte no motorizado (como estacionamientos para bicicletas o estaciones de carga para vehículos eléctricos). Estas medidas se pueden aplicar, tanto en edificios existentes, como en edificios nuevos llamados edificios verdes, sostenibles o bioclimáticos. Por su parte, las estrategias de adaptación están relacionadas con el contexto específico en el cual se ubican los edificios.

Por ejemplo, en un contexto donde el agua es un recurso escaso o existen procesos de desertificación, se debe promover un uso eficiente del agua (reducción del gasto y/o tratamiento de ella), la instalación de un sistema de recolección y tratamiento de aguas grises o negras para uso, por ejemplo, en riego o descargas de sanitarios, etc. Algunas recomendaciones para reducir los efectos del cambio climático a través del diseño de paisaje son:

Planta correcta, lugar correcto. Seleccionar plantas afines al suelo, la luz, el agua y las condiciones climáticas de un sitio.
Recolección de lluvia en casas y edificios desde las bajadas de agua. Esta se puede utilizar para riego de plantas y árboles, así como en muebles sanitarios.
Construir tanques recolectores de agua de lluvia en los parques y espacios abiertos, para generar un importante ahorro de agua.
Reducir la superficie de césped en los jardines, parques y plazas, incorporando materiales áridos al diseño, ya que el pasto es la hierba que mayor cantidad de agua requiere para su conservación.
Incorporar un sistema de riego eficiente, se conserva el agua y ayuda a que los fertilizantes y otros contaminantes no fluyan hacia los cuerpos de agua o drenajes. Por ejemplo, utilizando el riego de destilación solar, con lo que se reduce el consumo de agua 10 veces más que con el riego tradicional. Con esta técnica también se puede desalinizar el agua de mar, colectando el destilado resultante.
Fertilizar adecuadamente, para mejorar el crecimiento, aumentar la floración y fructificación, corregir las deficiencias nutricionales y mejorar la apariencia de las plantas sin dañar el medio ambiente.

Atraer la vida silvestre
Fotografía: pexels-photo-97533

Atraer la vida silvestre seleccionando plantas con semillas, frutas, follaje o flores que proporcionen alimento a la fauna nativa. Del mismo modo, suministrar fuentes de agua para ella.
Manejar las plagas de manera responsable para prevenir brotes de enfermedades e insectos, utilizando plantas resistentes a ellas.
Procesar los residuos orgánicos y/o vegetales de los parques y el hogar, para reincorporarlos a la tierra como abono.
Utilizar pavimentos porosos que permitan filtrar el agua al subsuelo.
Tratar las aguas grises de los tanques recolectores, lavadoras y lavaderos, para que puedan ser reutilizadas.
Diseñar construcciones y elementos urbanos cerca de mares, ríos, lagos y lagunas considerando los futuros aumentos de nivel del agua, tormentas y otros fenómenos naturales, y crear barreras ecológicas en los ya existentes. En zonas de calor o desérticas, propiciar la conservación de humedales, fertilización e hidratación de los suelos.

Incorporar espacios y entornos adecuados para evitar las especies de fauna invasoras, proteger a las nativas vulnerables y proporcionar la infraestructura ecológica para preservarlas considerando las nuevas y futuras condiciones del clima.
Revitalizar cualquier terreno, (basureros, áreas sin uso específico o terrenos baldíos), para convertirlo, por ejemplo, en refugio resistente para la vida silvestre. La atención a la ecología de la tierra y su potencial para fomentar la biodiversidad no debe separarse de las propuestas paisajísticas para compensar los impactos del cambio climático en las especies vulnerables, no solo vegetales, sino también animales.
Conceptos como el xeriscape (derivado del griego “xeros”, que significa seco, y “scape”, del inglés que significa escena), están surgiendo como respuesta al desafío del cambio climático en entornos secos o desérticos. Consiste en utilizar plantas de crecimiento lento y tolerantes a la sequía para conservar el agua y establecer un paisaje eficiente y libre de residuos.

Atraer la vida silvestre
Fotografía: pexels-photo-1133957

Por su parte, el de la “Passive House”, desarrollado en Alemania, representa un ejemplo de casa de bajo consumo energético para climas templados/ fríos. Debido a la excelente calidad térmica de sus materiales (paredes, ventanas y puertas), al buen uso de las fuentes de calor internas (procedentes de los dispositivos eléctricos que normalmente se usan en los hogares) y a la minimización de las pérdidas de ventilación con un sistema controlado con recuperación de calor, esta vivienda “pasiva” no necesita los aparatos de calefacción convencionales, con lo que se obtiene una reducción del 90% de la media de consumo.

Para minimizar el exceso de calor del verano, se utiliza ventilación natural por la noche y la creación de zonas de sombra durante el día. En resumen, el modelo de Passive House satisface hoy los requisitos de eficiencia energética del mañana. Como diseñadores, tendrán que dejar de mirar las hojas y comenzar a mirar las raíces del problema. Los arquitectos paisajistas deberán ser sensibles a la ecología, particularmente en zonas críticamente sensibles, y respetarla tanto como las otras facetas de su trabajo.

Passive House
Ilustración: Michk a B , CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons

Su labor consiste en hacer arte con vida, lo que conlleva la responsabilidad de realizar proyectos de arquitectura paisajística con potencial para fomentar la biodiversidad, compensar los impactos del cambio climático en las especies vulnerables y mejorar el desequilibrio ambiental que amenaza con terminar con la vida de nuestro planeta en un futuro no muy lejano. Cada esfuerzo se traducirá también en una mejora de la calidad de vida de los habitantes de hoy en la tierra y en la propuesta y puesta en marcha de un mundo mejor para los que vendrán después.

Aunque parece una labor titánica, nosotros también podemos ayudar con acciones sencillas y accesibles como sembrar algunos árboles y plantas locales de manera adecuada, construyendo un pequeño huerto en nuestro jardín o recolectando el agua de manera sistemática. También podemos generar conciencia en otros para que se sumen a esta lucha. Con estas pequeñas acciones podemos enfrentar juntos este desafío que es de todos y en beneficio de todos.