Las Terrazas de Cultivo: Una tradición ante los retos del cambio climático

Durante miles de años en diferentes partes del mundo, las terrazas de cultivo, bancales o andenes, han sido una estrategia empleada por diversas civilizaciones situadas en laderas para producir alimentos. Una de las principales razones por las cuales los grupos humanos han empleado esta tipología de manejo del paisaje, ha sido principalmente para evitar la erosión del suelo, así como para canalizar el agua para el riego.

Si bien no podemos afirmar que las prácticas tradicionales correspondan forzosamente con los criterios de sostenibilidad impuestos hoy en día, los agricultores locales son sin duda herederos de una aguda comprensión de la degradación de la tierra y tienen una fuerte necesidad de proteger la fertilidad del suelo¹.

Es por esto que proponemos hacer un breve recuento de las terrazas ancestrales, para así abordar los desafíos que hoy se plantean para dichos paisajes productivos.

“Una de las principales razones del uso de las terrazas de cultivo, ha sido principalmente para evitar la erosión del suelo, así como para canalizar el agua para el riego.”

Algunas de las terrazas de cultivo más antiguas en funcionamiento se encuentran en las laderas del Himalaya, en el estado de Uttaranchal en la India.

En ella, la tierra de cultivo se encuentra dispuesta en plataformas de base ancha, las cuales propician la infiltración de lluvia y permiten el uso de bueyes para el cultivo.

La tierra es contenida en taludes que están revestidos de piedra, cuando hay a disposición. Los cultivos más frecuentes actualmente son mijo, sorgo y soja².

Vista hacia el pico de Machu Picchu. En primer plano la cantera utilizada para toda la ciudad y, en segundo plano el área agrícola con las terrazas de cultivo
Fotografía: Guillén Pérez creativecommons.org

Por otra parte, dos ejemplos de terrazas ampliamente conocidas por su alta sofisticación en el manejo hidráulico, son los sitios arqueológicos construidos por los incas (como Machu Picchu, Cusco y Tipón) y la Alhambra de Granada.

En el caso de Machu Picchu, cuyo asentamiento se caracteriza por una altitud sobre los 2,400 metros sobre el nivel del mar, se tiene conocimiento de un período de sequía aproximadamente en el año 1250 d.C., lo cual habría propiciado una mejora en los sistemas de irrigación³.

Una compleja organización de acequias, canales y terrazas, en donde el manejo de la pendiente era primordial, permitieron a esta civilización nutrirse y desarrollarse.

Uttaranchal, India
Fotografía: Paul Hamilton creativecommons.org

Por otra parte, en el caso de la Alhambra, algunos estudios arqueológicos4 han permitido reconstruir la Acequia Real, la cual define todo el espacio del conjunto palatino, tanto en su parte urbana como en su parte rural.

Fue realizada por el monarca nazarí Muhammad I, hacia el siglo XIII d.C., momento de expansión de la ciudad.

Sin embargo, las terrazas de cultivo en la zona denominada «Los Albercones», fue datada hacia el siglo XV.

Dichas terrazas, al igual que en caso Inca, estaban irrigadas por un sistema de canales de piedra, permitiendo así la agricultura en el sitio.

Agricultores trabajando en terrazas de cultivo
Fotografía: Guillén Pérez creativecommons.org

Finalmente, en el caso de México, se han identificado diversas zonas donde se distribuye el sistema de terrazas.

Por ejemplo el noroeste de Sonora y norte de Chihuahua, la cuenca de México, el valle de Teotihuacán, el valle del río Tula, Tlaxcala, entre otros sitios6.

En el caso de Mesoamérica, Angel Palerm7 identificó diferentes tipologías de cultivo, entre las cuales se encontraban las «terrazas» y los «bancales».

Las primeras se refieren a las construcciones con paredes de sostén de piedra o adobe, mientras que los bancales son un sistema que sostiene el suelo mediante bordos de tierra.

Por ejemplo, en Tlaxcala, en la zona de Cuaxonacayo, los campesinos dan el nombre de «metepantle» a un sistema de bancales que data de época prehispánica.

José Manuel Pérez Sánchez8 documentó dichas técnicas, en las cuales se siembran árboles como cercos vivos que evitan que los cultivos sean golpeados por el viento.

Simultáneamente un sistema de zanjas permiten conservar la humedad y colectar el agua de lluvia.

Machu Picchu, Perú
Fotografía: Merwin Infante creativecommons.org

En la actualidad la agricultura en diversas zonas del planeta atravieza momentos complicados.

La intensificación de las sequías, inundaciones y diversas alteraciones climatológicas hacen que los agricultores se replanteen las estrategias de producción en términos de sostenibilidad y adaptación.

Algunos investigadores9 plantean que la agricultura tradicional podría darnos pistas para un futuro resiliente, debido a su economía, su adaptación local y su capacidad de conservar la diversidad bio-cultural del sitio.

Bangladesh, Asia
Fotografía: Pexels.com

1 William Critchley y Marit Brommer, “Comprendiendo las terrazas tradicionales,” LEISA – Revista de Agroecología (2004): 21-24.
2 Ibid.
3 Abelardo Rodríguez y Ann Kendall, “Restauración agrícola en los Andes: aspectos socio-económicos de la rehabilitación de terrazas en regiones semi-áridas,” en I Encuentro sobre Historia y Medio Ambiente (2001), 24-26.
4 Antonio Malpica, “Análisis Arqueológico de las terrazas de cultivo. El Ejemplo de los Albercones de la Alhambra de Granada,” Patronato de la Alhambra (2009), http://www.alhambra-patronato.es/ria/bitstream/handle/10514/173/Analisis%20arqueologico%20de%20las%20terrazas%20de%20cultivo%20el%20ejemplo%20de%20los%20albercones%20de%20la%20 Alhambra.pdf?sequence=3
5 Ibid.
6 José Manuel Pérez Sánchez, “Terrazas y Metepantles: manejo de tierra y agua en una comunidad en el altiplano mexicano,” en Perspectivas latinoamericanas, vol. 9, (2012), 99-111.
7 Angel Palerm, Introducción a la teoría etnológica (México: Universidad Iberoamericana, 1967) en José Manuel Pérez Sánchez, 2012.
8 Ibid.
9 Como José Manuel Pérez Sánchez, entre otros, ver op. cit.