Recolección de agua pluvial
En sus orígenes, la humanidad se abasteció de agua superficial, pero al irse extendiendo geográficamente y naciendo las diferentes civilizaciones, asentándose en zonas semiáridas y áridas, se fueron desarrollando diferentes formas de extraer agua del subsuelo así como de captar el agua de la lluvia. En los últimos años, la escasez y la contaminación de los cuerpos de agua superficiales y subterráneos, junto con la falta de conexión a las redes hidráulicas en ciertos poblados, ha ocasionado que se retome la práctica de captación de agua pluvial.
Muchos arquitectos y diseñadores han reconocido la importancia de esta práctica por lo que han diseñado edificios, viviendas, paradas de autobuses, esculturas, equipamiento urbano, y muebles que captan y almacenan el agua de lluvia, para contribuir al ahorro en el uso de este vital líquido, llegando incluso a lograr que algunos edificios y hogares sean construcciones autosuficientes en cuanto al consumo de este elemento, al potabilizarle por medio de sistemas de filtración y desinfección.
Actualmente existe un sinfín de sistemas de captación de lluvia. Uno de los más utilizados es la recolección de este recurso en los techos de las casas y de los edificios, almacenándole en un depósito (como por ejemplo en cisternas, maceteros, botes de basura y barriles), para después utilizarle para el riego de plantas, lavado de vehículos y terrazas, en la descarga de inodoros, lavado de ropa, entre otros.
No cabe duda que la recolección de agua pluvial es una práctica ecológica que ayuda a disminuir la demanda de suministro de agua potable, reduciendo entonces la necesidad de explotar las fuentes naturales para la extracción de este líquido y, por tanto, contribuyendo a la preservación de los recursos acuíferos.