Tapetito Tapetote
¿Qué recuerdos tenemos en el espacio público? ¿Podemos ser parte de la construcción de éste?
La Alameda Central de la Ciudad de México es quizás uno de los espacios públicos que más han contribuido a los recuerdos de los habitantes de la ciudad, es considerado el jardín público más antiguo de México. Sin duda, está formado por historias de miles de humanos.
En Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, Diego Rivera plasmó la historia del lugar, personajes, pero más que nada la posible interacción de personajes completamente diferentes.
Por esta razón nos interesó no colocar únicamente un objeto ajeno a la plaza, sino una situación para los ciudadanos. Una situación que parara la queja y alentara la participación. O al menos un momento agradable. Una situación que permitiese a las personas conectarse a través de algo tangible.
Tapetito Tapetote fue parte del Festival de arquitectura y ciudad Mextrópoli 2018, el cual tiene el objetivo de hacer ciudad. La premisa del proyecto fue tener una instalación que pudiera ser adaptada por los usuarios y fuera flexible en su programa.
Encontramos gran inspiración en la instalación de la obra Semillas de Girasol por el artista Ai Wei Wei, en donde una gran parte de la población de Jingdezhen, China produjo la pieza. Todos en el pueblo hablaron de ella. Fueron parte de esa instalación.
Es así que propusimos instalar un pabellón de 6,000 piezas de madera, dividiendo la actividad en dos partes. Durante la Parte I, colocamos la mitad de las piezas. Después, durante la Parte II, los habitantes de la ciudad fueron invitados y alentados a terminar su construcción y personalizarlo con el resto de las piezas, para de esta manera, ser parte de la construcción de la ciudad.
Cuando realizamos el proyecto planteamos de manera conceptual que el pabellón al ser completado, se convertiría en una plataforma plana en la cuál podrían ocurrir diferentes situaciones o simplemente sería otra capa del pavimento ya existente.
Al principio, esto ocurrió. La participación de las personas fue muy entusiasta y curiosa. Pero de repente, comenzaron ejercicios que no se habían planteado inicialmente. Por ejemplo, llegó una bailarina con unas bocinas y comenzó a dar un espectáculo, algunas familias lo convirtieron en un salón de juegos, otros hicieron esculturas con las piezas. Se apropiaron de espacio.
Al final, cada ejercicio realizado por las personas en Tapetito Tapetote, fue cambiando en escala, tiempo y proporción. Y las historias y memorias en la Alameda, siguieron ocurriendo. Jorge Luis Borges nos dice en su poema Cambridge:
“Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos…”
Fue un ejercicio efímero para la plaza, pero permanente en la memoria de todo aquel que quiso acercarse. Ahora, La Alameda Central vuelve a ser un espacio en blanco que seguirá albergando ideas, invitaciones y recuerdos. Y quizás Tapetito Tapetote encuentre otro lugar.