El paisaje urbano – La ciudad collage

Si ha resultado difícil en la cultura occidental acuñar el concepto de paisaje, mucho más complicado ha resultado el tratar de concebir adecuadamente la idea de paisaje dentro delcontexto urbano. No es sino hasta mediados de los años 50’s del siglo pasado que comienza a estudiarse el fenómeno de enfrentar al espectador con esa mezcla de escenarios naturales y artificiales (muchas veces surgidos de intereses sociales, políticos o económicos) que conforman la ciudad.

“Quiero hacer edificios que produzcan un nuevo tipo de paisaje, que fluyan junto a las ciudades contemporáneas y las vidas de sus habitantes”.

Zaha Hadid

Este análisis de los fenómenos visuales, perceptivos y constructivos que ofrece la ciudad se ha visto empañado por la imposición de intereses económicos (como el valor del uso del suelo, la comercialización o las limitaciones financieras de algunos gobiernos para invertir en la planificación urbana), que condenan a los lugares a una monótona cotidianidad y homogenización que hace que las ciudades empiecen a perder su carácter único e individual. En realidad, el concepto de «paisaje urbano», debe entenderse como un fenómeno cultural y no como un mero producto causal de la naturaleza o como una simple urbanización. Una vez que comprendemos que se trata de un suceso subjetivo, podemos plantear la idea de la ciudad como un lugar que, al ser capaz de provocar sensaciones estéticas y sentimientos afectivos, reclama la capacidad de ser interpretado como «paisaje».

Cuando hablamos de paisaje urbano nos referimos al espacio urbano: un área muy antropizada caracterizada por su alta densidad, tanto demográfica como edificativa, que a diferencia del espacio rural cuenta con infraestructuras y servicios que no existen en el campo.

Establecido en 1857, Central Park (Nueva York, EE. UU.) fue uno de los primeros parques de Norteamérica en ser desarrollados empleando técnicas de arquitectura de paisaje.

Uno de los principales retos a los que se enfrenta cualquier planificador es la integración y demarcación de este tipo de espacios, ya que sus límites suelen ser difusos y complejos. El diseño de las ciudades debe establecer claramente cómo van a interactuar estos tipos de suelo para que el resultado sea funcional y conveniente para sus habitantes.

La importancia de la percepción de la población, entendida no sólo como la visión que tiene de la ciudad, sino en un sentido más amplio, contemplando su conocimiento objetivo, expectativas, necesidades, preferencias, valores y aspiraciones, es uno de los pilares básicos en el enfoque paisajístico. Las ciudades y tramas urbanas son el mejor exponente de la acción y la interacción de factores naturales y/o humanos. Entender y comprender cómo funcionan y se establecen las relaciones entre estas distintas variables naturales y artificiales es una labor compleja pero indispensable, ya que este conocimiento es el que permitirá el diseño de una trama urbana funcional, sostenible y sustentable, tanto en un plano físico como afectivo.

Las ciudades son el resultado del desarrollo de ciertas zonas que, generalmente por su privilegiada ubicación geográfica, su accesibilidad, los recursos naturales que posee y otros factores, fueron creciendo y extendiéndose hasta convertirse en verdaderas megalópolis formadas por capas superpuestas de realidades físicas y sociales. Los conflictos morfológicos derivados de esta expansión (en la mayoría de los casos no planificada) han planteado retos indiscutibles a los urbanistas y a los arquitectos paisajistas.

Establecido en 1857, Central Park (Nueva York, EE. UU.) fue uno de los primeros parques de Norteamérica en ser desarrollados empleando técnicas de arquitectura de paisaje.

El paisaje urbano, producto de la naturaleza, de la ingeniería y de la arquitectura, es el lugar de encuentro de una gran concentración humana. Cada día la población depende fundamentalmente de unos recursos que no se ven y que casi siempre se encuentran fuera de la propia ciudad.

Así, las metrópolis se expanden más allá de sus límites en un crecimiento difuso. Con frecuencia, la expansión urbana invade el terreno rural y muy especialmente, el terreno natural. En su encuentro, la ciudad termina por devorar los recursos naturales en una espiral descendente que degrada la calidad de vida de sus habitantes.

Desarrollo agrícola rodeando los pueblos de Ausim y Shinbari en la gobernación de El Cairo en Egipto. Ambos poblados se encuentran dentro de la zona fértil que rodea al río Nilo.Fotografía:
www.dailyoverview.com

Este “collage” de áreas urbanizadas, rurales, industriales, comerciales, recreativas y de otros tipos constituyen un ente vivo. La ciudad es un ser que se transforma y se modifica continuamente: su infraestructura cambia; viejos edificios desaparecen para dejar paso a nuevas construcciones o a espacios recreativos; las zonas cambian de giro o destino; sus perfiles se desdibujan y se entrelazan para crear nuevas formas mientras siguen funcionando de manera inesperada y sorprendente. En el paisaje urbano, retazos de modernidad se mezclan con paisajes naturales y con antiguas construcciones; lagos, parques y ríos combinan sus sonidos, colores, formas y texturas seccionando las zonas y generando tramas superpuestas de paisajes y arquitectura. Las calles forman retículas, a veces ordenadas y a veces caóticas, determinadas por su realidad geográfica. Cada ciudad tiene una historia que es la suma de millones de historias. Los arquitectos paisajistas se encuentran con el enorme reto de ordenar y dar sentido a esas realidades muchas veces dispares y a darles equilibrio y viabilidad.  Al mismo tiempo que sus habitantes, las ciudades necesitan desarrollarse, funcionar y crecer adecuadamente. Deben responder a las necesidades espaciales, físicas y hasta espirituales de las colectividades que las habitan sin perder su carácter y vocación de ciudades.

Collage compuesto por fotografías aéreas del área de Central Park en Manhattan. Fotografía: Sergey Semonov from AirPano. Winner of an Epson’s Pano Award. www.thesuperslice.com

Toledo, localizado en el centro de España, hogar de aproximadamente 80,000 habitantes, ubicado en la cima de una montaña con vistas panorámicas. Fotografía: Martín Sanchez. www.dailyoverview.com

Los iconos inmutables que las caracterizan no impiden su permanente movimiento y transformación, por lo que cada vez es más urgente y necesario intervenir respetuosamente en su entorno dando viabilidad y sustentabilidad a su desarrollo. El hermoso paisaje urbano puede reunir en una imagen contrastante lo moderno y lo antiguo, lo tradicional y lo innovador, la vida agitada y los remansos de paz que guardan las ciudades. El paisaje urbano es pues, una suma de mosaicos con características y cualidades propias. Es una yuxtaposición de realidades físicas, sociales y económicas en movimiento constante y permanente que funcionan como una acuarela, donde la suma de dos colores no se superpone, sino que produce un tercero.

High Line, un nuevo parque público de 1.5 millas de largo construido en un ferrocarril elevado abandonado que se extiende desde el Meatpacking District hasta el Hudson Rail Yards en Manhattan, Nueva York. Fotografía: Iwan Baan and Cameron Davidson
www.dsrny.com/project/high-line

Sin embargo, el tan socorrido fenómeno de la globalización, con unos estándares de funcionalidad homologados para todas las ciudades y en manos de los intereses económicos de las multinacionales que explotan los servicios urbanos y comerciales, están propiciando que la ciudad del siglo XXI se convierta en una sucesión incoherente de espacios anónimos que, en su carencia de señas de identidad, se presentan como idénticas a sí mismas en cualquier punto del planeta,

rechazando la posibilidad de contener elementos simbólicos.

De ahí la importancia del estudio del paisaje urbano en la planificación de las ciudades, especialmente en aquellas variables necesarias para crear espacios de calidad que tomen en cuenta al paisaje en su planificación y que logren satisfacer adecuadamente las necesidades y colmar los anhelos de sus habitantes. En este contexto, los urbanistas y arquitectos de paisaje tienen la difícil tarea de diseñar espacios urbanos coherentes, con polos de atracción funcionales y atractivos que logren construir una imagen visual que se corresponda con los anhelos y necesidades vitales de sus ciudadanos y más que nada, que logren expresar la particularidad que reside en el carácter de la colectividad.

Estadio Olímpico de Munich, el primer proyecto a gran escala en emplear vidrio acrílico estabilizado con cables de acero para crear grandes doseles colgantes.

No hay un paisaje urbano que sea igual a otro en el mundo. Cada ciudad es única y responde a sus circunstancias geofísicas e históricas y a cómo ha sido su transformación a través del tiempo. Sin embargo, todas presentan rasgos comunes en cuanto a que constituyen polos de concentración demográfica y económica, a su elevado nivel de accesibilidad y comunicación, así como a su capacidad para dotar de infraestructura a sus habitantes. El hecho de que cualquiera pueda vivirla, disfrutarla, interpretar sus espacios adecuadamente e incluso apropiarse de ella, es lo que hace fundamental su correcta planeación, transformación y conservación. Como ciudadanos del mundo, tenemos que luchar por mantener vivas sus características únicas sin frenar su proceso de evolución, integración y desarrollo, apostando siempre por un paisaje urbano humano, sensible, trascendente y funcional.

El Burj Khalifa en Dubái (Emiratos Árabes Unidos). Fotografía: Martín Sanchez. www.dailyoverview.com