Semilleros: El inicio de un gran huerto
Un semillero te brinda la posibilidad de planificar mejor la siembra al momento de transplantar, facilitando un desarrollo y calidad uniforme de las plantas.
Los semilleros hechos de material orgánico son biodegradables, con el tiempo se degradan y se vuelven parte del propio sustrato, por lo que la plántula no se tiene que sacar para trasplantarla.
VENTAJAS DE UN SEMILLERO
El semillero es el lugar de inicio en la vida productiva y reproductiva de las plantas. Son recipientes diseñados para aumentar las posibilidades de germinación y así lograr que las semillas se conviertan en plántulas, nombre con el que se conoce a la planta desde que germina hasta que se desarrollan sus primeras hojas.
Posteriormente la planta se trasplantará a un lugar idóneo para su desarrollo y reproducción. Estos recipientes facilitan las condiciones de luz, temperatura, humedad y nutrientes que la semilla necesitará para germinar.
Se deben de situar en donde se pueda fácilmente controlar las diferentes variables que afectan a las plantas, ya sean cambios climáticos como temperatura, humedad relativa, lluvia; u otros factores a su alrededor tales como la presencia de insectos o enfermedades.
El utilizar un semillero tiene múltiples ventajas, en primer lugar el ahorro de semillas, porque cuando se planta la semilla directamente en el suelo o en la cama de cultivo, las semillas se esparcen, lo que genera fallos tanto en la germinación como en la calidad de las plántulas, por falta de espacio.
También te permite ahorrar sustrato y controlar de mejor manera la mezcla de sus componentes.
MATERIALES
Necesitarás semillas, regador o botella con aspersor, sustrato fino rico en nutrientes y el semillero de tu elección.
EL SUSTRATO
Para comenzar es necesario agregar un sustrato fino al semillero. La mejor opción es combinar tierra con composta; se puede también añadir arena, perlita o vermiculita para retener el agua.
Humedece la tierra ligeramente para que sea más sencillo realizar orificios para las semillas
Para el siguiente paso, que es insertar las semillas, deberás realizar suavemente un pequeño orificio en la superficie del sustrato, puedes utilizar un palito o hacerlo con el dedo.
Insertar en un pequeño orificio 3 o 4 semillas, hundir ligeramente sin apretar la tierra, ésta tiene que cubrir la semilla y estar lo suficientemente húmeda para la germinación.
Al inicio la iluminación debe ser indirecta, es necesario cuidar la entrada de luz para no deshidratar la semilla. Así mismo, se deben de proteger los semilleros de vientos fuertes, porque pueden intensificar la transpiración hasta marchitarlas.
Una vez que germine la semilla, las plántulas se moverán a un lugar con mucha luz para que se desarrolle favorablemente. Requieren riegos frecuentes, pero cortos, realizados preferiblemente por aspersión.
Cuando alcanzan una altura de 8-10 cm el transplante es recomendado, si requieres transportar la planta, una bolsa de siembra es lo mas adecuado. También puedes introducirla directamente al suelo o cama de cultivo haciendo un agujero proporcional al tamaño del semillero en el que creció la plántula.
Introduce con cuidado la planta sin retirar el sustrato de sus raíces para no dañarla. Rellena el espacio alrededor con tierra rica en nutrientes y riega suavemente.