CASA EL SECRETO

¿Alguna vez te has preguntado cómo suena un jardín cuando no hay nadie para escucharlo? Esta pregunta fue precisamente lo que nos inspiró para plantear este proyecto, el pensar en el secreto que guardaría el mismo jardín cuando está solo, únicamente acompañado por sus cómplices: el río, los árboles y todas las aves e insectos que lo habitan.

El lugar en si le hace honor a su nombre, es un jardín secreto en medio del bosque.

Sendero de piedra acompañado de árboles, plantas rastreras, arbustos y, como remate visual: el bosque
Fotografía: Jerónimo Villar

Dentro de los objetivos del proyecto no sólo teníamos la intención de integrar este espacio al paisaje natural, sino que también nos propusimos hacer un proyecto en el que nos permitiera vivir cada rincón, recorrerlo, sentirlo, olerlo, probarlo y respirar en él.

Tenía que ser un espacio que se pudiera sentir, el cual no quisieras dejar de vivir jamás. El propio terreno significó un reto por sus pendientes y desniveles, pero fue justo eso lo que permitió jugar con los espacios, los usos, la paleta vegetal y los materiales que distinguen a cada uno.

“Nuestro principal objetivo: incitar un contacto armónico y cercano con la naturaleza mediante una transición suave provocada por el diseño que permite vivir el exterior incluso desde el interior.”

Donde las texturas, los materiales, colores, sonidos y olores se reúnen en un mismo espacio
Fotografía: Jerónimo Villar

Al entrar, de frente, tenemos un espacio conectado visualmente al área común de la casa; el área de la alberca, un espacio enmarcado por un lado por un sendero de piedra acompañado de árboles y por el otro, por un remate visual del bosque.

A este espacio lo acompaña un área de césped para diversos usos, el cual contrasta con el agua de la misma alberca y se acompañan por una terraza volada con vista al río, resguardada por la sombra de un hermoso fresno.

Diferentes tonalidades y texturas acompañan a este espacio, generando remates con mucho movimiento, acompañado de sonidos que genera el viento al chocar con las hojas y de los cantos de las tantas aves que llegan a los árboles.

Como acento visual a lo largo del proyecto, materiales como cantera y piedras atraviesan como un hilo todo el lugar. Al seguir nuestro camino hacia arriba, podemos llegar a otro jardín, un espacio que remata en un área de estar, que gira alrededor de una fogata con el sonido del río de fondo.

Áreas de sombra dada por tres grandiosos árboles y un espacio abierto permiten vivir el bosque en todo su esplendor.

Apenas se dejan ver unos escalones de piedra entre las hojas, enmarcados por vegetación de textura suelta con diferentes colores y aromas, después, llegamos a la escalera que baja al río, un paseo en el que todos tus sentidos están estimulados, y al final, al llegar hasta la parte más baja, podemos gozar del paseo a la orilla del río.

Tapete de gravilla que gira alrededor de una fogata hecha de piedra volcánica tallada a mano
Fotografía: Ana Julia Carvajal

Del otro lado de la casa, tenemos otro gran jardín, rodeado de helechos, que brillan por sus tonalidades distintas, un espacio abierto que te invita a jugar y recordar tu niño interior, al mismo tiempo que te invita a contemplar lo grandioso de la naturaleza que rodea a este único jardín.

En el punto central de la casa, no podía quedar atrás una oda al bosque, se abre el techo para dejar entrar el cielo y la fronda de los árboles, acompañado por una cortina vegetal y tres grandes macetones de piedra que enfatizan el área central de la casa.

“Entonces, ¿cuál es el secreto? Sólo hay una forma de saberlo, sentarte rodeado de la naturaleza y, escuchar.”

Área de esparcimiento, rodeada de helechos
Fotografía: Jerónimo Villar