Trazando emociones y experiencias
Stephanie Lagunas, nos cuenta el proceso de creación a través del dibujo asistido por computadora y del dibujo a mano alzada.
He pasado tanto tiempo frente a las pantallas que ya no recuerdo cómo era la vida antes de que ellas se apoderaran de todo. Es verdad, la tecnología vino a facilitar muchos aspectos de la vida, desde pedir el súper en línea hasta conectarse con personas de diferentes partes del mundo con un solo click.
No imagino cómo era ser arquitecto antes de que una máquina permitiera crear planos con la mayor precisión en menos de la mitad del tiempo. El dibujo asistido por computadora te permite crear planos e imágenes con la mayor exactitud y realismo en poco tiempo. Pero hay algo que las máquinas (afortunadamente) todavía no han logrado desarrollar: sensibilidad.
Existe una conexión muy especial entre el cerebro, la mano y el papel. El cerebro piensa, procesa, y de manera inmediata lo traslada al papel mediante los finos movimientos de la mano. Ahora mismo que pienso lo que escribo mi mano lo teje todo, tacha por aquí, agrega alguna idea por allá, tira una flecha para unir dos conceptos… El proceso de creación no puede darse de cerebro a máquina directamente, hace falta el proceso natural de usar la mano y dejar que baile al ritmo que surgen las ideas. Es aquí donde reside la belleza y el valor del dibujo a mano alzada.
Los arquitectos dibujamos para poder transmitir ideas, dibujamos como el primer paso para crear espacios que aún no existen, para comunicarnos con los futuros usuarios de estos espacios aún imaginarios. Dibujamos como un proceso de síntesis. Al dibujar dejamos una pequeña parte de lo que somos. El dibujo a mano alzada tiene alma, tiene un poco de la esencia de quien se imagina lo que queda plasmado en el papel. Debido a los tiempos de entrega en los proyectos de arquitectura de paisaje, podría pensarse que el dibujo asistido por computadora es la mejor y más rápida opción, pero esto no necesariamente es así. El dibujo a mano alzada permite dejar fluir las ideas naturalmente al principio del proceso de diseño. Por lo tanto, tomar el lápiz cuando comenzamos un proyecto no está a discusión.
Pero también llega el momento de presentar el proyecto a los clientes y hay algo muy valioso que no debemos olvidar en ese momento: más allá de buscar exactitud y perfección en nuestro croquis, se trata de buscar expresividad en las imágenes del proyecto que se presenta. Hay que vender el proyecto, y vender implica ayudarle a solucionar un problema a tu cliente, implica contribuir a mejorar la vida de los demás, de transmitirles sensaciones positivas.
Un proyecto de arquitectura de paisaje presentado al cliente hecho a mano, con la técnica adecuada, con una gran expresividad y mostrando de manera clara el proyecto (sin tener que llegar al realismo puro), podría llegar a vender mejor dicho proyecto, pues más que mostrar cómo se verá el espacio, también le estás haciendo sentir cómo será estar ahí e incluso le permites que use un poco la imaginación.
Ahora bien, no se trata de lanzar la computadora por la ventana y volver únicamente al uso del lápiz. Habrá ocasiones donde para hacer dibujos técnicos lo mejor sin duda sea la computadora, pues en esos casos no tenemos como prioridad las emociones. Es cuestión de elegir el mejor medio para cada etapa de los proyectos de arquitectura de paisaje.
Pero aún con todas las herramientas tecnológicas que tengamos al alcance, no permitamos que la vida tan acelerada en la que estamos inmersos nos haga perder de vista el valor que tienen las cosas que toman su tiempo para ser creadas.