Land Art – El paisaje como lienzo
El “Arte de la Tierra” considera el paisaje natural en un lugar de encuentro, en un medio que sirve de contexto para albergar la obra de arte, transformándolo en escenario que a la vez inspira, enmarca y justifica la creación artística.
Desde tiempos inmemoriales el ser humano ha buscado interactuar de forma armónica con la naturaleza y de utilizar sus elementos como medio para realizar diversas actividades.
En el plano artístico, ha tratado de apropiarse del territorio en el que vive y de transformarlo para la creación de obras que puedan trascender, de forma temporal o permanente, como medio de manifestación y expresión de ideas, sentimientos, miedos y sueños.
Algunas obras, como las esculturas monumentales labradas en el Monte Rushmore, constituyen un ejemplo de dicha apropiación paisajística, y pueden considerarse como precursoras del movimiento Land Art, que surgiría a finales de los años sesenta y principios de los setenta en los Estados Unidos (Katsner 2010).
El término de Land Art ( “Arte de la Tierra”) es una expresión creada por el pintor y escultor norteamericano Robert Smithson (Raquejo 1998) para definir un movimiento artístico que busca trasladar el arte de museos y talleres a los espacios exteriores, utilizando materiales de la naturaleza y del paisaje como base para la creación artística.
Dicha corriente rompe con las limitaciones de los formatos tradicionales, como la pintura y escultura, para encontrar nuevos horizontes y formas de expresión. De esta forma, los artistas comienzan un proceso de desvinculación con los espacios típicamente asociados al arte, como galerías, áreas de exhibición e incluso la propia ciudad, para hacer de la naturaleza su medio y espacio de expresión.
Este movimiento transforma el espacio abierto en lienzo donde se plasma la expresión artística. Simultáneamente, los materiales naturales se convierten en pinceles y cinceles que trabajan sobre un escenario natural, que pasa a ser el protagonista o modelo de la creación.
El “Arte de la Tierra” convierte el paisaje natural en un lugar de encuentro, en un medio que sirve de contexto para albergar la obra de arte, transformándolo en escenario que a la vez inspira, enmarca y justifica la creación artística.
Este marco, que no es otro que la Tierra entendida como una esfera de dos dimensiones, se erige entonces como un objeto sobre el que se puede dibujar, esculpir y construir, en un medio apto e idóneo para el diseño y la creación.
Trazando con ramas, pintando con nubes, esculpiendo con tierra y escribiendo con agua, los artistas del Land Art buscan potenciar las posibilidades específicas de un paisaje y poner en evidencia lo que existe de manera latente en la naturaleza para, literalmente, crear lo que nunca ha existido, aunque siempre ha estado ahí.
Enlazando sonidos, colores y texturas, las obras resultantes, generalmente de carácter monumental, reflejan con una sencillez minimalista la belleza de la naturaleza, haciendo eco a su grandeza.
Como afirma el artista Norteamericano Walter De María (Crump 2015), una de las características de estas obras es su carácter provisional o efímero, ya que, al incorporarse como un elemento más del paisaje, deben ser dejadas a merced de los elementos naturales, como lluvia, erosión, viento y cualquier cambio en el entorno, donde tarde o temprano se desintegrarán y pasarán a formar parte del mismo.
Las obras de Land Art con frecuencia utilizan diseños abstractos, y un tanto primarios, derivados de formas que podemos encontrar en la naturaleza, como líneas, espirales, círculos y otras figuras geométricas. En ocasiones, las formas son las de la propia naturaleza, es decir, las de los materiales utilizados o las que determinan el propio entorno natural del paisaje donde se ubican.
La obra artística se construye generalmente con materiales naturales propios del paisaje comopiedra, roca, ramas, agua, etc., junto con otros elementos como cuerdas, metal e incluso papel.
En un principio, el Land Art apareció en el Suroeste de América del Norte, sin embargo, por su carácter temporal, muchas de estas primeras obras hoy sólo existen en fotografías o grabaciones.
Los precursores de este movimiento comenzaron a crear sus obras con un sentido crítico y como medio de protesta ante la tendencia de la artificialidad y la comercialización del arte que marcó ese periodo en los Estados Unidos.
El “Arte de la Tierra” otorga un gran valor al proceso constructivo de la obra frente al resultado final, es decir, se valora tanto la forma de realización como la obra resultante.
Muchos autores han considerado el incio del Land Art a partir de los trabajos de los artistas Douglas Leichter y Richard Saba en Skowhegan School de pintura y escultura. Sin embargo, los trabajos más representativas de éste movimiento artístico fueron efectuados en los setentas por Robert Smithson, Walter De Maria’s, M. Heizer’s y Nancy Holt.
“El propósito del movimiento Land Art es lograr una conexión indisoluble entre obra de arte y el paisaje en el que se encuentra.”
Por otra parte, la obra de Michael Heizer, “Double Negative” (1969-70), consiste en dos cortes profundos realizados en la tierra y separados por una depresión natural los cuales forman una escultura.
Por último “Sun Tunnels” (1973-76), obra de Nancy Holt realizada en Utah, está compuesta de cuatro enormes bloques de cemento colocados en forma de “X” que permiten ver los solsticios de verano e invierno desde una perspectiva única.
Algunas de las obras originales, pese a su carácter temporal, aún no han desaparecido y pueden verse todavía en su estado original o con algunas modificaciones que han sufrido a lo largo del tiempo.
El Land Art no sólo ha sido practicado por artistas de los Estados Unidos. Existen desde los años ochenta propuestas alrededor de Europa y durante las últimas dos décadas se está desarrollando con mayor frecuencia en lugares como África y América Latina.
En México, el artista Francisco Hernández es uno de los exponentes de este estilo. Su obra “La ballena Kuyimá” se encuentra en una ladera del paisaje desértico de Baja California.
Dicha instalación fue realizada con ayuda de personas de comunidades cercanas, alcanza los 600 metros de longitud y sus contornos están formados por desechos de conchas marinas de 4.5m de ancho.
Su resurgimiento ha dado lugar al nacimiento de diversos estilos como el Eco Art (el “Arte Ambiental”) y el Urban Art, que promueve la práctica de intervenciones artísticas en espacios públicos dentro de las ciudades.
Este relevante movimiento artístico, en donde la obra es el lugar, confronta al ser humano con la de la enormidad del planeta que habita y con la inmensidad del paisaje que lo rodea, produciendo una experiencia única y trascendente para el espectador.
Una vivencia que demuestra que el arte puede convertirse en un recurso que media entre la ecología y la ciencia, entre lo natural y lo urbano, entre el hombre y el paisaje.