El Patio: Una apertura al cielo
Fotografía: Santiago López
El patio es un espacio primordial y centro estructurante de los edificios, tanto de carácter público como privado,que desde tiempos inmemoriales y en prácticamente en todas las culturas, se ha utilizado para varios fines, ya sea como centro de reunión, como lugar de transición o como espacio para generar condiciones climáticas favorables al interior de un inmueble.
Ha sido un elemento compositivo esencial de todo tipo de edificaciones a lo largo de la historia de la civilización. En el ámbito privado (casas habitación), su uso más frecuente se ha dado en lugares extremadamente cálidos, con el fin de crear un ambiente fresco que además proporcione luz y ventilación a las construcciones adyacentes que lo conforman.
El patio cumple también un rol en la configuración arquitectónica del edificio, donde en la mayoría de los casos funciona como espacio central a partir del cual se organizan los volúmenes construidos, confiriéndole un carácter de elemento articulador que sirve como centro de distribución hacia otros espacios. Es un lugar al aire libre completamente propio, privado, interior, y ésta es su principal esencia. Generalmente se encuentra rodeado por un pórtico o pasillo perimetral apoyado en columnas, que permite el acceso a las diferentes habitaciones.
El patio representa la posibilidad de contar con un lugar íntimo e interno, no sólo en el sentido funcional sino también en el posesivo y representativo: es un paraíso privado que permite disfrutar el exterior desde el interior creando un mundo único, propio y particular.
Es el corazón de la vivienda y no existe en ningún otro idioma una expresión más poética que la china para definirlo: su nombre significa “regalo del cielo”, ya que es el espacio que proporciona luz, aire y agua de lluvia al hogar.
Los patios en las viviendas tienen su origen en el Oriente, donde pueden seguirse sus pasos desde las aldeas neolíticas como Ur y las ciudades de Egipto y Mesopotamia, hasta las viviendas griegas y romanas de Mileto o Pompeya.
El uso del patio supuso el punto de partida para la organización de las viviendas como el elemento base en torno al cual colocar las construcciones habitables, convirtiéndolo en el centro del proyecto arquitectónico.
Con la expansión del Imperio Romano (que adop- ta este modelo en el diseño de sus viviendas), el esquema de la casa con un patio interior llega y se asienta en España, fundiéndose posteriormente con los rasgos afines de la casa musulmana.
Así, sus orígenes orientales enriquecidos por otras culturas se fusionan añadiéndole a este espacio un sentido de introversión y privacidad con valor tanto funcional como espiritual.
Cuando España se extiende hacia América, este tipo de vivienda es exportado desde Castilla y Andalucía para instalarse como modelo a seguir dentro del trazo de las viviendas de las nuevas ciudades.
De esta forma, los colonizadores de América, buscaron imitar en lo posible sus hogares de origen y, dado que la mayoría de ellos eran andaluces y el clima de Andalucía era el más semejante al de la mayoría de las regiones americanas, las primeras viviendas que construyeron fueron reproducciones de la casa andaluza, y especial- mente de la casa sevillana.
Su acceso desde un zaguán (o pequeño patio de entrada y recepción), permitía el ingreso de insumos en caballos y carruajes además de servir como control de paso. Éste generalmente se comunica indirectamente y a través de un recorrido con el patio principal, ya de tipo privado.
En cuanto a los patios exteriores o plazas, las primeras ciudades se trazaron simplificando las prescripciones a una cuadrícula con la plaza simplemente como una o varias manzanas sin edificar cuya finalidad era la de permitir la afluencia de muchas personas generalmente al centro de los edificios públicos. Con el tiempo, también se utilizaron como espacios de recreación, o como punto de distribución hacia otros lugares.
Los edificios monumentales (como iglesias, palacios, monasterios, cuarteles etc.) así como los edificios públicos (mercados, inmuebles administrativos y de justicia) también han utilizado este recurso a lo largo de los siglos como solución funcional a sus necesidades de diversos tipos. Muchas de estas construcciones, por su tamaño y magnitud, cuentan con varios patios interconectados en una sucesión de espacios que permiten una distribución adecuada de los edificios que componen el conjunto.
De esta forma, casas, haciendas, monasterios, palacios, plazas, edificios y ciudades tienen en común la presencia imper- turbable de estos espacios abiertos al infinito que permiten intimidad, reencuentros, tránsito, recreación y pausa.
Así pues, podemos apreciar que el patio es y ha sido siempre un espacio vital, un punto de encuentro al que se llega y desde donde se parte. Es esa “construcción vacía” que, limitada física o virtualmente en cada uno de sus lados, se comunica siempre con su única apertura tradicional: el cielo. Es precisamente la posibilidad de poseer este “pedazo de cielo”, la que le otorga a este espacio abierto un carácter único, gracias al cual ha mantenido su uso hasta nuestros días.
“El patio será siempre un referente para generar una relación con los lugares, para hacerlos habitables y reconocibles.”