Plantas de floración nocturna

Al hablar de un paisaje con plantas en floración es común que nos lo imaginemos en horario diurno: un campo cubierto por girasoles (Helianthus annuus L.) orientándose según laposición del ‘astro rey’, la clásica estampa holandesa de un cultivo de tulipanes (Tulipa spp.) alrededor de un molino de viento, la floración de los cerezos (Prunus spp.) en Japón, o alguna avenida yucateca embellecida con árboles de flamboyán (Delonix regia (Hook.) Raf.) llenos de flores rojas, entre muchos otros. Sin embargo, existen plantas que producen flores cuya belleza o aroma sólo pueden ser disfrutados de noche.

Exclusiva del continente americano, con excepción de una especie, la familia Cactaceae habita principalmente en ambientes áridos y secos. Para adaptarse a estas condiciones, sus cuerpos están formados por un tallo, ya sea columnar, esférico o aplanado, que se encuentra engrosado debido a que sus tejidos de almacenamiento (parénquima) están muy desarrollados, lo que le permite almacenar nutrientes como agua y sales minerales. Las hojas generalmente están modificadas en espinas para reducir la pérdida de agua y protegerse contra depredadores. Además de estas adaptaciones, algunas especies de esta familia han desarrollado el que sus flores abran sólo de noche para ser polinizadas por animales como los murciélagos o las mariposas nocturnas.

Tal es el caso de las especies pertenecientes al género Cereus, nombre que en latín significa vela, llamado así debido a la silueta de su hábito de crecimiento columnar, que se ramifica conforme la planta va creciendo. Entre las especies pertenecientes a este grupo se encuentra C. repandus (L.) Mill., un cactus sudamericano cuya flor de color crema se abre sólo durante una noche para ser visitada por sus polinizadores. El resultado de esta polinización es un fruto con apariencia de manzana pero cuyo interior tiene textura, sabor y consistencia equiparables a la pitahaya.

Cereus repandus (L.) Mill, en floración. Fotografía: Steven Kessel © 2016.

Hablando de esta deliciosa fruta, cuyo nombre científico es Hylocereus undatus (Haw.) Britton & Rose, si bien su pulpa es extremadamente similar a C. repandus, como mencionamos anteriormente, el hábito de crecimiento de la pitahaya es totalmente diferente, ya que se trata de una planta rastrera y trepadora. Sus f lores, blancas y fragantes, igualmente duran una sola noche.

Flores de pitahaya (Hylocereus undatus (Haw.) Britton & Rose) esperando ser polinizadas. Fotografía: Brocken Inaglory, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=9459175

Otro género de cactáceas con floración nocturna, estrechamente emparentado con el de la pitahaya, es Selenicereus, cuyo nombre deriva de Selene, la diosa griega de la luna. Como su principal representante podemos nombrar a la Reina de la Noche (S. grandiflorus (L.) Britton & Rose), que como indica su nombre en latín, produce flores de gran tamaño, las cuales cuentan con un delicado aroma similar a la vainilla y una belleza indescriptible. Al igual que las especies mencionadas anteriormente, dura abierta tan sólo una noche.

Hábito de crecimiento de Selenicereus grandiflorus (L.) Britton & Rose. Fotografía: Pato Novo a – Cactaceae – Selenicereus grandiflorus (L.) Britt.&Rose. CC BY 2.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=21303367

Inflorescencia de S. grandiflorus, similar a la de H. undatus, pero de mayor tamaño. Fotografía: Richard C. Hoyer, WINGS – [1], CC BY 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=9084987

Pasando a la familia Solanaceae, encontramos dos especies arbustivas del género Cestrum, estrechamente emparentadas y muy similares entre sí, presentando ambas racimos cortos de flor abundante, en color blanco, amarillento o verdoso, que se caracterizan por su fragancia similar al chocolate. Existe, sin embargo, una curiosa diferencia entre ambas especies: mientras que las flores de C. diurnum (L.) permanecen abiertas durante todo el día, su pariente el Galán de noche, también conocido como la Dama de Noche (C. nocturnum L.) espera a la llegada del anochecer para abrir sus flores y liberar su delicado aroma, cerrándolas nuevamente con la salida del sol.

Floración de C. nocturnum, y primer plano de una flor. Fotografía del hábito: Diorit – Own work, CC0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=2559952. Fotografía del primer plano: SKsiddhartthan – Own work, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=57785097

Es importante recordar que suele ocurrir que dos o más especies compartan el mismo nombre común, de ahí la importancia de la nomenclatura científica, que otorga a cada especie de ser vivo un nombre distintivo que es usado en todo el mundo. En la misma familia de las Solanáceas existe otra planta que recibe en español el nombre de Dama de noche. Se trata de Brunfelsia americana L., un arbusto de mediano tamaño cuyas f lores de color blanco, que con la edad cambian a amarillo crema, aunque se mantienen abiertas todo el día, únicamente liberan su fragancia en la noche.

Fotografía: Mokkie – Own work, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=33621365

Otra de las plantas que reciben el nombre de Dama de Noche es miembro de la familia de las orquídeas, de nombre científico Epidendrum nocturnum Jacq., planta que crece generalmente de forma epífita (esto es, que crece sobre otras plantas, sin llegar a ser considerada parásita), cuyas blancas flores de intrigante belleza desprenden un exquisito aroma en horas nocturnas.

Fotografía: © Hans Hillewaert / CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=7893269

Inclusive entre las plantas acuáticas también existen flores que abren sólo de noche, como es el caso del nenúfar blanco egipcio (Nymphaea lotus L.), del cual se considera que era una de las plantas más importantes en el arte del antiguo Egipto, cultivada para embellecer estanques, además de ser empleada de forma medicinal. Actualmente sigue siendo usada en el paisajismo de forma ornamental.

Esta pequeña muestra nos recuerda la gran variedad de adaptaciones que los seres vivos han desarrollado gracias a la evolución para poder sobrevivir, incluso volviéndose parte del paisaje nocturno.

Definitivamente, la Naturaleza jamás dejará de sorprendernos.