El agua como elemento sonoro, ruido blanco

Aprende con Andrea Rojas como hay que hacer un papel imprescindible para la vida en la tierra.

Los seres humanos hemos desarrollado una capacidad de percepción que posiblemente nos distingue del resto de las especies habitantes en este planeta, y es a través de los sentidos, como podemos crear situaciones y experiencias partiendo de un grado de sensibilidad que nos acerca a la relación con nuestro entorno.

El agua es imprescindible para la vida en la Tierra, sin embargo, como elemento en el espacio, desarrolla un papel distinto.

En la historia del paisajismo se recurre al agua con un lenguaje conceptual lleno de poesía y simbolismos atribuidos por el ser humano. Pese a ello, son pocos los episodios en los que se habla del agua como catalizador del sonido. Nuestra calma o agitación en ocasiones, está estrechamente vinculada a los estímulos que recibimos del exterior. Por lo que la forma en la que escuchamos el agua nos hace percibir un espacio de determinada manera. Si el agua es constante y pacífica nos provoca paz. Si el ritmo es fuerte y agitado, cambia la sensación de ambiente a una situación de alerta.

Ruido Blanco (WHITE NOISE) se define como una pared de energía sónica sin patrones, en donde se manifiesta un sonido de carácter aleatorio, que consta de la misma intensidad en todas sus frecuencias, como el sonido de la lluvia. Si habláramos de su equivalente, en la teoría del color, se resumiría a lo que pasa cuando se juntan todos los colores en la luz obteniendo como resultado el blanco.

Representación de ruido blanco a través del agua
Fotografía: Alejandro Loria

Juego de cascadas
Fotografía: Saponier – Pixabay

En este caso, utilizar el ruido blanco como herramienta para estabilizar el sonido en un espacio, es un claro ejemplo de cómo a través de la actividad sensorial, es que logramos establecer un diálogo con el entorno y, por consiguiente, cómo es el uso y transformación del mismo, según nuestro grado de sensibilidad. Puesto que, a la hora de interpretar y modificar un espacio, es imprescindible lograr mimetizar el objetivo físico de un proyecto con el sensorial. En jardines e incluso en grandes ciudades, utilizar la fuerza y ritmo del sonido del agua como elemento sonoro para crear barreras acústicas puede ser un criterio a considerar a la hora de diseñar ya que, al día de hoy, la contaminación no viene solamente por lo que vemos, sino también por lo que escuchamos.

La razón de utilizar el sonido blanco para establecer la tranquilidad en un espacio, está estrechamente relacionada a las cualidades sensitivas que tenemos como seres humanos. Como mamíferos, provenimos del vientre de nuestra madre, en el cual pasamos meses desarrollándonos en un ambiente donde semanas antes de nacer, ya somos capaces de percibir sonidos.

Si volviéramos años atrás, recodaríamos que, en un inicio, la vida comenzó en el agua. Quizá, esta sea la razón por la que relacionamos el sonido del agua con paz interior. Posiblemente es un recuerdo guardado en nuestra memoria subconsciente, de aquel momento en el que fuimos un embrión dentro del vientre de nuestra madre. Quizá, es una memoria que automáticamente nos remite a un hábitat en donde el sonido de la vida lo es todo.

“Asumirnos como seres sensibles puede cambiar nuestra forma de querer concebir nuestro espacio, y en nuestras manos está saber cómo y con qué queremos transformarlo.”
 

Fuentes
Fotografía: sevenstorm-juhaszimrus – Pexel