La casa maya

Estas viviendas son parte de un paisaje cosmogónico maya, ya que es también la casa de sus dioses, ubicados en el cielo y el inframundo.

Por:  Aurelio Sánchez

El paisaje natural ha sido siempre la admiración del ser humano; modelado por procesos geológicos, climatológicos y biológicos a través de millones de años, este paisaje ha motivado su humanización en diferentes formas: unas veces siendo transformando con fines de aprovechamiento y otras asignándole significados propios de cada cultura en la forma de concebir la vida y la creación del universo.

En la región maya el paisaje natural fue una de las fuentes de inspiración para construir la cosmogonía descrita en documentos, pinturas murales o epigrafías.

Uno de los documentos más importantes es el Popol vuh, que narra la creación del universo: “…grande era la descripción y el relato de cómo se acabó de formar todo el cielo y la tierra, cómo fue señalado y el cielo fue medido y se trajo la cuerda para medir y fue extendida en el cielo y en la tierra, en los cuatro ángulos, en los cuatro rincones 1…”

Similar al Popol vuh es la narración de los constructores mayas sobre la elaboración de su vivienda, con el trazado y siembra de sus cuatro noj okom (horcones 2 principales), proceso que se ha reproducido a través de milenios sin cambios sustanciales.

Estas viviendas, construidas con madera, bejucos, palma, zacate y tierra, son parte de un paisaje cosmogónico maya, es también la casa de sus dioses, ubicados en el cielo y el inframundo.

Representación de la casa maya. Edificio norte del Cuadrángulo de las Monjas en Uxmal.
Fotografía: Aurelio Sánchez, 2009
Colección del autor

Las ciudades del periodo mesoamericano comúnmente han sido definidas por sus grandes centros ceremoniales que muestran una arquitectura monumental, no obstante  que la mayor extensión de su territorio eran viviendas, en un patrón de asentamiento que permitía la existencia de cultivos de diferentes especies de plantas, configurando un paisaje que hoy día se denominaría como “ciudad jardín” 3.

Con la llegada de los españoles este paisaje fue alterado al imponer un nuevo orden morfológico, con un patrón de asentamiento propio del urbanismo renacentista que imponía una traza reticular de influencia greco-romana. Sin embargo, muchos de los asentamientos novohispanos fueron en su creación de origen mesoamericano, conservando la morfología de espacios abiertos, pozos públicos y sacbeo’ob (“caminos blancos”). 

Imagen: Aurelio Sánchez
Ilustración: Bettina Vargas

La resiliencia de los elementos simbólicos, que forman parte de la identidad de los pueblos mayas, ha definido hoy en día el paisaje cultural de las poblaciones en los estados de Yucatán, Campeche y Quintana Roo.

Si bien, los integrantes de la llamada cultura maya viven tanto en ciudades como en la zona rural, al hablar de su paisaje siempre evocamos imágenes que por siglos ha sido parte de su identidad y cosmovisión: la vivienda de madera, palma y “bajareque” 4 o mampostería, enmarcada por las albarradas que delimitan el solar que sigue configurando un asentamiento jardín, con plantas tanto endémicas como importadas, con la existencia de pozos dentro del solar o públicos en las calles o espacios abiertos.

La representación del cuerpo y elementos celestes están presentes en la casa maya la cual cobra vida con el espíritu de sus habitantes.

ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS DE LA CASA MAYA

  • Noj okom (noj: cosa grande y okom: horcón de madera, “gran horcón de madera”).  Cuatro horcones sostienen la estructura de la cubierta.
  • Baalo Travesaños principales apoyados en los noj okom.
  • Paach Naj (pach: espalda y naj: casa, “espalda de la casa”). Travesaños que delimitan el cuadro principal de la vivienda y la altura de los muros.
  • Tóox che’(tox: que aguanta y che’: madera, árbol). Estructura que torna rígida la cubierta.
  • Jo’olnaj ché (jo’ol: cabeza, naj: casa y che’: madera, árbol, “cabeza de la casa de madera”). Viga superior de la casa.
  • K’ab ‘aak (k’ab: brazo y áak: tortuga, “brazo de tortuga”). Travesaños secundarios.
  • Beel ch’o’ (beel: camino y ch’o: raton “camino del ratón”). Su nombre se debe a su ubicación, ya que por esta madera caminan los ratones a lo largo de la vivienda.
  • Wiinkil che’ (wiinkil: cuerpo y che’: madera, árbol, “cuerpo de madera”). Travesaños verticales que conforman el cuerpo de la cubierta.
  • Jiil Varas delgadas colocadas horizontalmente sobre los wiinkil che’, se inserta en ellos el huano (Sabal mexicana Mart).
  • Áanikaab Bejucos largos y recios para atar los elementos.
  • Okom mooy (okom: horcón de madera y mooy: culata de la casa). Horcones de menor diámetro, delimitan accesos, sostienen muros y la cubierta en la parte absidal 6.
  • Chi’ naj (chi’: orilla, naj: casa, arista de la cubierta de la casa). Protege el muro de las inclemencias del clima.
  • Jalab che’(jalab: cañas delgadas y che’: madera, árbol). Travesaños horizontales y delgados, colocados por el exterior amarrados a los okom mooy.

Paisaje vernáculo conformado por el pozo público, la albarrada y la vivienda maya. Nunkní, Campeche. Fotografía: Aurelio Sánchez, 2015 Colección del autor

Este paisaje cultural, que anteriormente estaba integrado a lo urbano en un diseño propio de los mayas, es ahora un paisaje excluido de las ciudades, el cual se conserva gracias a la identidad que todavía tienen sus habitantes y a una estructura habitacional que sigue representado parte de la cosmovisión de los mayas (primordialmente en cada nombre de los elementos estructurales que constituyen su cubierta y muros).

La representación del cuerpo y de elementos vinculados al cielo están presentes en la vivienda Maya 7, que a diferencia de otros tipos de arquitectura, cobra vida con el espíritu de sus habitantes 8; al ser un ente vivo, “tumbar” o tirar una casa equivale a matar una persona en palabras de sus habitantes. 

Otras viviendas más jóvenes nos muestran este milenario esplendor, paisaje que se ha transformado de acuerdo a los diferentes cambios morfológicos, pero que ha preservado los elementos icónicos de la vivienda, la vegetación y las albarradas que tanto se ha vendido como el paisaje urbano de Yucatán.

Casa maya con muletas debido a su deterioro. Santa María, Calkiní, Campeche. Fotografía: Aurelio Sánchez

Si bien, cuando entramos a las múltiples tiendas de artesanías o de recuerdos en la ciudad de Mérida vemos este paisaje cultural reproducido de distintas formas, casas con sus habitantes, la albarrada, el pozo, el flamboyán o la extensa vegetación, no olvidemos que son sólo “souvenirs”, que llevamos o regalamos; el verdadero paisaje cultural del cual presumimos está enfermo y su vida se acorta.

Si continuamos valorando este paisaje como una artesanía, en lugar de un patrimonio cultural, entonces lo único que nos quedará será el recuerdo.

Una de las re-interpretaciones actuales de la vivienda maya que incorpora diferentes elementos característicos de su tipología. Hobonil, Tzucacab, Yucatán.
Fotografía: Gaspar Segura

LITERATURA CONSULTADA

1  Popol Vuh (del k’iche’ popol: comunidad y vuh: libro) es un compendio de narraciones, leyendas e historias mayas. Popol Vuh. Las antiguas historias de los quiché, (México: Fondo de Cultura Económica, 1976).

2  Elementos estructurales verticales de madera.

3  William Folan, Ellen  Kintz y Laraine Fletcher, COBA: A Classic Maya Metropolis (New York: Academic Press, 1983). 

El término “ciudad jardín” se refiere a un esquema de asentamiento urbano creado a finales del siglo XIX y principios del XX por Ebanezer Howard, el cual consideraba un esquema innovador incluyendo una gran proporción de jardines y áreas públicas.

4  Técnica constructiva que utiliza elementos vegetales unidos por barro.

5  Aurelio Sánchez, “La casa maya contemporánea. Usos, costumbres y configuración espacial,” Revista Península Volumen 1, Número 2 (2006).

6   Planta arquitectónica de forma semicircular.

7  Como se ilustra en la página 48.

8  Aurelio Sánchez, Alejandra García y Amarella Eastmond. “La construcción simbólica, formal y material de la casa maya,” en La casa de los mayas de la península de Yucatán: historias de la maya naj, ed. Aurelio Sánchez y Alejandra García (México: Plaza y Vades – UADY, 2014), 57-86.